La niña que juega
en
los jardines de mi corazón
Esta radiante mañana
le he pedido a un mago
que vaya hasta Cartago
y mire por la ventana;
con mejillas de manzana
y manitas de colibrí,
no se cansa de sonreír
mi sobrinita graciosa,
grácil como mariposa,
por su cumpleaños feliz.
El mago deja su cueva,
él corre a cumplir su misión
y pide a su búho ojón
que lleve de las jardineras
capullos de primavera
para que cada mañana,
bajo las nubes rosadas,
gordas y aletargadas,
vea mi niña bonita,
grandes, medianas, chiquitas,
las flores por su ventana.
El mago llega dispuesto
a sacar del viejo morral
su esfera de claro cristal
que nunca tiene secretos;
por eso le cuenta contento
lo que ella debe saber:
el Universo tiene el deber
de darle cosas hermosas,
como botones de rosas,
en tanto la mira crecer.
El mago ha contratado
una comparsa de estrellas
porque con esas centellas,
burlones y despeinados,
se irán los gnomos malvados,
a buscar piedras preciosas
entre cavernas rocosas,
mientras mi linda sobrina
pide a su hada madrina
soñar con cosas hermosas.
Tiene el mago barbado
raros bombones de luna
que nadan en la laguna
de los ensueños dorados.
Mágico y encantado,
el mago, por la ventana,
le deja uno en la almohada
para llenar de alegría
las más dulces fantasías
de mi sobrinita amada.
El mago se va contento,
después de dar su hechizo,
salir de su compromiso
y lanzar su noble decreto:
Quiero que todo momento,
ella lleve en su corazón
malvaviscos de miel y de sol,
para que sea, por siempre,
la sobrinita alegre
y tierna como un gorrión.
Olga Cortez barbera
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